Segunda Entrega2020-05-27T18:02:29+00:00

UNA MENTIRA Y MILES DE VERDADES

 –ASPECTOS DE CONTENIDO–

El libro “La verdad de una mentira”  no fue producido ni editado desde los cánones que el trabajo de investigación académica requiere.

( La Madre ) seleccionó cuatro aspectos de contenido para su análisis. En primer lugar, se abordaron las acusaciones que la autora realiza en el libro en contra del movimiento feminista peruano. En segundo y tercer lugar, se analizaron dos partes del supuesto “mito” que la autora promete desmentir: que las esterilizaciones fueron forzadas y que fueron masivas. Finalmente, en último lugar, ( La Madre ) analizó las incurrencias de plagio en todo el libro y sus diferentes niveles de gravedad. A continuación, la siguiente visualización permite al usuario desplazarse por cada una de las páginas del libro. Cada página ha sido simulada de modo que evidencie la ubicación de cada uno de los errores. Es simple: solo tiene que arrastrar el rectángulo rojo hacia la página que desea visitar:

María Cecilia Villegas, en su libro ‘La verdad de una mentira’, acusa al movimiento feminista de haber apoyado a Fujimori cuando le fue políticamente conveniente, y luego de aliarse con la Iglesia Católica para denunciar la política de Estado detrás del Programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar. Ninguna de las dos afirmaciones son ciertas. El movimiento feminista nunca se alió con la Iglesia Católica, ni la Iglesia con el movimiento feminista. Una parte del movimiento feminista apoyó a Fujimori cuando anunció la creación de su Programa en Beijing.1 También, el movimiento feminista se demoró en tomar parte y unirse a las denunciantes indígenas, las razones para ello fueron perder los derechos ganados y que su denuncia fuera interpretada como una alianza con la Iglesia Católica.2 Sin embargo, las denuncias del movimiento feminista se basaron en los derechos humanos, indígenas, y de la mujer, no en una moral conservadora que atenta contra la autonomía de las mujeres.3

Villegas también argumenta que el programa de Fujimori “[…] no fue una creación del fujimorismo, siguió los lineamientos de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo en 1994”.4 Aún siendo cierto que la Conferencia de Cairo fue un punto clave en la historia en el empoderamiento de la mujer y de los derechos reproductivos, su Plan de Acción no reflejó estas aspiraciones progresistas.5 El Plan de Acción fue influido y escrito en parte por entidades neo-Malthusianas que ligaban la planificación familiar al control de población y al desarrollo, no a la autonomía de la mujer.6 Así que no es sorpresa que el Programa Nacional de Fujimori hiciera lo mismo.

Villegas acusa a las feministas de haber cerrado el acceso a la esterilización con sus denuncias.7 Sin embargo, la esterilización no es el anticonceptivo de preferencia entre mujeres rurales e indígenas.8 Villegas enfatiza esta supuesta necesidad recurriendo al estereotipo manido de la mujer andina sometida a su marido, pero se ha encontrado que los hombres andinos están dispuestos a usar anticonceptivos modernos siempre y cuando estén involucrados en el proceso.9 Villegas presenta a las mujeres como víctimas de sus circunstancias, víctimas de sus maridos, víctimas de las feministas, como si la única conclusión posible es que Fujimori fue su salvador. Nada más lejos de la realidad, como se puede observar en las investigaciones de ( La Madre ).

Notas
1. Entrevista a Giulia Tamayo en Ballón 2014b; Entrevista a Hilaria Supa Huamán October 10, 2019.
2. Ewig 2006; Stavig 2019
3. CLADEM 1999; CLADEM 1998; Getgen 2009. Además ver Ewig 2006; Boesten 2007; Stavig 2017; Stavig 2019
4. Villegas 2017, 22
5. Petchesky 1995; Hodgson and Watkins 1997
6. Hartmann 2008
7. Villegas 2017, 57, 130, 134.
8. Yon 2000; Carmen Yon, Entrevista Julio 2015.
9. En los sectores más pobres, es costumbre que los hombres tengan sexo a demanda y están generalmente opuestos a que su pareja use métodos anticonceptivos…” (2017, 57). También revisar Boesten 2007, 11-12

A lo largo de ‘La verdad de una mentira’, su autora, María Cecilia Villegas omite, tergiversa y niega la información que se tenía al momento de la publicación del libro acerca de los abusos cometidos por el Estado peruano en la aplicación del Programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar – PNSRPF (1996-2000). ¿El objetivo? El intento de demostrar que las esterilizaciones forzadas practicadas a miles de hombres y mujeres en territorio peruano constituyen un mito:

  1. Afirma que el diseño del PNSRPF siguió los lineamientos de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo – El Cairo, 1994.
  2. Afirma que la Defensoría del Pueblo elaboró cuatro informes sobre las afectaciones del PNSRPF debido a las denuncias y críticas de la Iglesia Católica en Perú.
  3. Afirma que DEMUS, CLADEM y APRODEH no presentaron evidencia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos que demuestre que la señora Mamérita Mestanza Chávez fue coaccionada, forzada u obligada a llegar al hospital para ser esterilizada.
  4. La autora minimiza la promoción de AQ sobre otros métodos anticonceptivos.
  5. Ignora que el Estado estableció cuotas de AQ al personal de salud, como parte del PNSRPF.
  6. Generaliza y asume que las mujeres dieron su consentimiento explícito para la AQ.
  7. Villegas analiza el PNSRPF como un programa homogéneo, ignorando que tuvo etapas de implementación marcadas por los diversos protocolos que se generaron.

Las investigadoras del proyecto ( La Madre ) han analizado el contenido bajo la metodología de fact checking. Estas son las conclusiones::

  1. Villegas omite que el PNSRPF no aplicó los lineamientos de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo – El Cairo (1994) en la práctica.
  2. El libro presenta información parcial, pues la Defensoría del Pueblo elaboró cuatro Informes debido a la cantidad de denuncias de víctimas sobre esterilización forzada durante la aplicación del PNSRPF.
  3. Omite que el Estado Peruano tiene una Solución Amistosa ante la CIDH (2003) en la que reconoce la esterilización forzada en el caso de Mamérita Mestanza debido a las evidencias presentadas de acoso domiciliario y coacción.
  4. Villegas omite que la AQ fue el método conceptivo más promocionado en comparación con otros, que en muchos casos no se ofrecían porque no había disponibilidad y/o porque se tenían que cumplir con las cuotas de AQ.
  5. Villegas omite que el personal de salud estaba obligado a cumplir con las cuotas de AQ, de lo contraria se podrían enfrentar a despidos o sanciones.
  6. Villegas no reconoce la importancia del proceso de otorgar un consentimiento informado y legítimo: brindar la información de manera comprensible, sin condiciones, sin amenazas, sin los efectos de la anestesia, etc.
  7. Villegas no reconoce que se publicaron diversos «Manuales de norma y procedimientos para actividades de AQV» en el periodo que duró el PNSRPF con modificaciones en base a sugerencias de la Defensoría del Pueblo. En los cuales se incorporó la importancia del consentimiento.

El análisis de ( La Madre ) demuestra que los argumentos que presentó la autora del libro constituyen un trabajo sesgado sin argumentación ni verificación sólida que pretende pasar por académico. De este modo, las falacias expuestas constituyen en el análisis del libro una prueba irrefutable: que fue producido desde las canteras de un discurso negacionista. Es decir, que niega –apoyada en la creación de controversia–, la contundente realidad basada en hechos fácticos, es decir,de evidencia verificable, acerca de las esterilizaciones forzadas.

No fueron masivas. Esta es una de las afirmaciones realizadas a lo largo del libro ‘La verdad de una mentira’ de María Cecilia Villegas. La abogada toma el número de denuncias procedentes según la Defensoría del Pueblo, de personas inscritas en el REVIESFO, de esterilizaciones como método anticonceptivo en comparación a otros métodos modernos utilizados, y la colusión entre grupos feministas y católicos para negar, ya no la inexistencia de casos de esterilización forzada bajo el gobierno de Alberto Fujimori, sino su elevado número.

Estos argumentos están presentes a lo largo del texto; sin embargo, la autora no logra demostrar su veracidad y su papel en la creación del supuesto mito de que las esterilizaciones forzadas fueron masivas.

Primero, la autora realiza un recuento desordenado de los tres informes de la Defensoría del Pueblo. Además, explica a qué se refiere la Defensoría cuando determina que una AQ fue realizada sin consentimiento y, pasa por alto, elementos claves como las quejas que hacen referencia a la ausencia de periodo de reflexión.

Tampoco analiza las cifras de REVIESFO, sino que las menciona brevemente y de manera errónea (dice que fueron 1,700 para cuando publicó su libro), minimizando así el número y omitiendo la importancia de este registro. Tampoco explica que este Registro se mantiene abierto, por lo tanto aún no hay una cifra oficial. A noviembre de 2018, se contaba con más de 7,000 casos.

En tercer lugar, Villegas omite que para determinar el número de usuarias por método anticonceptivo es necesario utilizar el factor de Años Protección Pareja – APP. Así se observa que, según data del MINSA en 1996 y 1997, las AQs femeninas y los dispositivos intrauterinos fueron los métodos más fomentados por parte de los y las profesionales de salud.

Finalmente, la autora presenta y no prueba una supuesta colusión, al relatar las veces en que la Iglesia católica expresó su desacuerdo contra las políticas de planificación familiar y mencionar que algunas organizaciones denunciaron al Estado por el caso de Mamérita Mestanza.

En conclusión, los argumentos utilizados por María Cecilia Villegas para sostener que las esterilizaciones forzadas no fueron masivas no solo son frágiles, sino que en algunos casos se asientan sobre incorrecciones, quedando así despojada de veracidad tal afirmación.

El libro de María Cecilia Villegas, ‘La verdad de una mentira’, es un patchwork de recortes de prensa, jirones de informes, algunas estadísticas, y retazos de lo ya dicho y escrito por otros. Todo dato debe ser tomado con pinzas, pues, en este trabajo de corte y confección, María Cecilia Villegas suele tomar la parte que le sirve y desechar la que no, de modo que la información, desmembrada de su cuerpo y su contexto, pasa a ser sospechosa por defecto.

A la sucesión de declaraciones, números y documentos públicos cuidadosamente recortados, se suma una laxitud remarcable a la hora de seguir cualquier pauta de referenciación. A veces hay comillas, a veces hay comillas en lugares incorrectos, a veces hay referencias parentéticas casi siempre imprecisas y la constante a lo largo de todo el libro es la incoherencia a la hora de citar. No hay un criterio sino muchos, que impiden que el lector pueda encontrar y contrastar con facilidad la fuente original. De manera que acerca de varios fragmentos ubicados como plagio, la abogada tendría argumentos aunque débiles para afirmar que no tomó el texto de otros, así la autoría sea poco clara para el lector, ya fuera un acto intencional, una torpeza o pura chapucería.

Los fragmentos detectados como plagio se caracterizan, en su mayoría, por la inexactitud de las citas o imprecisión en la fuente y autoría. Por ejemplo, las páginas 114 a 117 están escritas con fragmentos de los Informes de la Defensoría del Pueblo números 7, 27 y 69. El nombre de estos documentos públicos no está oculto, pero sí hay una omisión deliberada de las marcas gramaticales y ortográficas que permiten al lector vincular la información con la fuente. Es decir, a menos que el lector compare –como lo ha hecho ( La Madre )– el documento original con el texto de Villegas, no sabrá que la fuente no es Villegas sino una institución pública.

Más grave incluso son los casos en los que la autora omite partes de la cita o añade otras. Por ejemplo, en la página 35 omite “violación de derechos” cuando escribe “el Estado peruano reconoció su responsabilidad en el caso de María Mamerita Mestanza Chávez”. En la página 85 añade “y congresistas” a la lista de denunciantes del programa original de Maruja Barrig. La manipulación de la forma según su conveniencia es especialmente grave en ejemplos como el de las páginas 27 y 28, en donde toma fragmentos escritos y citados por  Barrig, (es decir, también plagia la estructura) no solo sin referenciarla correctamente sino omitiendo partes que descontextualizan los argumentos, postura e hipótesis de la autora.

En definitiva, el rigor académico con el que la autora quiere dotar de valor a sus argumentos es cuanto menos cuestionable, como cuestionable y dañino es afirmar que las esterilizaciones forzadas en el Perú de los 90 son un mito.